Thursday 9 December 2010

Mérida (Yucatán)

La ciudad
A Mérida también llegué pronto por la mañana y ya se empezaba a notar el calor húmedo que iba a sufrir durante el resto del día. Como no sabía muy bien que iba a hacer en la ciudad, salvo adelantar la excursión a Chichen Itza, que en principio iba a hacer desde Tulum, dediqué un poco más de tiempo a buscar alojamiento. Tras visitar el albergue "Nomads Youth Hostel" y un par de hoteles que me recomendó un lugareño que me tomó por italiano, decidí que no me gustaban y terminé en el Hostal Zócalo, en la misma plaza del centro de la ciudad. La verdad es que la guía planeta solitario recomienda el Nomads, pero el Zócalo está mucho mejor situado, con mejores habitaciones y con un gran desayuno por el mismo precio. Claro que no tiene alberca, una especie de piscina pero con agua sucia...

Para cuando me asenté, otra vez ya había perdido la opción de realizar todas las excursiones organizadas para ese día. Salían todas a eso de las nueve de la mañana. Esta vez me lo tomé con calma y me senté en los arcos del albergue, en el patio interior del edificio. No sé si es consecuencia de la arquitectura, cosa del clima local o casualidad, pero se formaba una corriente de aire que invitaba a quedarse ahí, evitando el bochorno que hacía ne la calle. Así que me lo tomé con tranquilidad. Un ratito sentado, contemplando las plantas, con las brisa y jugando con "Pasha", un gatito negro que tenían en el albergue. 
Uxmal
Cuando decidí que era momento de aprovechar el tiempo me decidí por escribir el post de San Cristobal de las Casas. Sin embargo no tuve tiempo, porque enseguida aparecieron una pareja de franceses que buscaban a alguien para compartir los gastos de rentar un auto y hacer una excursión a la ruta Puuc. 
Simplemente rentar el auto ya fue una aventura. El francés, Silva, parecía bastante bueno regateando, y consiguió que los trescientos cincuenta pesos que costaba el auto por un día incluyesen los impuestos y la opción de devolverlo al día siguiente. La chica, Aurelia (a partir de ahora Oguelí) y yo no hacíamos mucho, salvo meter ruido para decir que lo qu epedían ellos era mucho. Después de esto llegó revisar el auto, un Chevy, que no era otra cosa que un Opel Corsa. Al parecer Chevrolet tiene algún tipo de relación con Opel y en Ámerica se comercializan como Chevy. Aquí menos mal que estaba Silva, porque yo hubiese marcado un par de arañazos, pero él prácticamente marcó el auto entero con fallos de pintura y bollitos. Miró hasta la tapa del depósito de gasolina, que efectivamente no cerraba bien con llave. Todo el croquis estaba marcado en rojo... Al parecer si no marcas todos los fallos, por mínimos que sean, luego te quitan dinero de la fianza. Tomo nota por si alguna vez rento un auto.

Cuando llegamos a las primeras ruinas de la ruta Puuc, Uxmal, una chica nos dijo que era muy tarde si queríamos ir a otras y luego ver esta, porque todas cerraban a las cinco de la tarde y ya eran las tres. Como la más impresionante era Uxmal, decidimos saltarnos el resto y entrar directamente en Uxmal. Las ruinas están bien, pero eché de menos la explicación de un guía, y más con las explicaciones de la guía Planeta Solitario; yo ya veo que el dintel tiene unos grabados, lo que quiero que me cuentes es la historia del edificio y de los grabados, no lo que ya puedo ver. La verdad es que la Planeta Solitario está muy bien para tema de hoteles y autobuses, pero en lo que se refiere a explicaciones deja bastante que desear. Menos mal que la guía de los franceses explicaba algo más.


Cuando nos "echaron" a las cinco fuimos a cenar a Muna, el pueblo más cercano a las ruinas, porque a las siete teníamos que volver para ver un espectáculo de luces y sonido en las ruinas. En Muna solo hay un restaurante; está en la salida del pueblo (aunuqe según se mire puede ser la entrada) y no abren hasta las siete. Preguntando nos enteramos de que la única opción para comer era un puesto de tacos en la plaza del pueblo. Estaban ricas y os podéis imaginar que si los sitios turísticos son baratos, esto era prácticamente regalado. Lo más caro fue la pepsi, a siete pesos la botella. 

A las siete volvimos a ver el espectáculo de luces y sonido. Me decepcionó un poco, porque aunque las ruinas quedaban muy chido con las diferentes luces, estas no se sincronizaban bien con la historia. Además las historias que contaban eran un poco pobres, intercalando mucha especie de poesía que junto con la cantidad de nombres en maya hizo que en varias ocasiones perdiese el hilo de la narración. Me pareció más interesante observar el cielo, ya que no había ninguna nube y se veían muy bien las estrellas y una luna llena preciosa.

Progreso
Se supone que el miércoles había contratado una excursión para ir a ver los cenotes. Había quedado con el de la agencia para que me lo confirmase a las ocho de la mañana, pero ahí no había nadie, y la de recepción del albergue me dijo que solía llegar sobre las diez. Perfecto, porque las excursiones empezaban a las nueve de la mañana...
Afortunadamente durante el desayuno conocí a Dan, un mexicano, y a Verónica de Granada y Danniel de Estados Unidos, una pareja afincada en Texas que se casa el año que viene. Platicando un rato decidimos que  rentaríamos un auto para ir a ver algunos cenotes, así que cada uno se fue a su habitación para hacer algunos preparativos antes de salir. Y pasó lo que suele pasar; mientras esperamos voy aprovechar para hacer no sé qué, y yo para hacer no sé cuál. Así que al final perdimos a Dan, que era el que sabía donde rentar el auto (más barato que la víspera) y como llegar a los cenotes. Así que Danniel, Verónica y yo decidimos hacer una excursión a Progreso y luego tal vez, si había tiempo, que al final no hubo, ir a Celestún, una reserva de aves.
Progreso es la playa más cercana a Mérida. Esta como a unos cuarenta minutos en autobús hacia el norte y está completamente preparado para turistas. El camino a la playa está abarrotado de restaurantes y de vendedores de artesanías y/o hamacas. Además como teníamos cara de gringos todos nos hablaban en inglés y, lo que me tocaba más las narices, nos decían los precios en dolares. yo les vacilaba un poco con esto, diciéndoles que no les entendía y luego que no tenía dolares, solo pesos. Con uno que vendía hamacas me detuve un poco más y mostré más interés, pero me fui sin comprarle nada. Yo no lo vi, pero me dijo Verónica que me debió de echar una mirada bastante poco amistosa. 
A otro vendedor que nos habló en inglés le pregunté si hablaba castellano. Gran error. Me dijo que el hablaba  español, no castellano, que eso lo hablaban en Europa. Yo le dije que podíamos discutir sobre el tema pero que lo que me interesaba era el ajedrez que vendía. sin embargo el tenía ganas de discutir y dijo que no le gustaban los españoles. Ahí se quedó, esperando a ver si aparecía algún estadounidense que le comprase algo, porque nosotros nos fuimos sobre la marcha, que tampoco era cuestión de incomodarle.
La playa da al golfo de México, no al Caribe, así que la arena no es blanca y el agua no es cristalina; de hecho estaba bastante turbia. Además han construido un malecón de unos dos o tres kilómetros que termina en un puerto para cruceros que no mejora mucho el paísaje. La playa estaba llena de chiringuitos, vendiendo coronas en dolares, a precio de Estados Unidos, con atracciones y actividades para que los turistas se entretengan mientras se ponen hasta arriba de cerveza (o tequilas). Tras pasear un poco decidimos que lo mejor era comer, un mero que nos prepararon para los tres que estaba bastante bueno, y largarnoTras el vas. 

Durante la comida una chica nos ofrecía masajes. Tras decirle que no le entendía, la tía se animó, y pensó que como ella hablaba mejor castellano le resultaría más fácil vender un masaje. Así que me plantó delante un papel con el precio en dolares. El problema es que el signo del dolar y del peso es el mismo, así que yo en vez de leer treinta dolares por media hora de masajes leí treinta pesos y le dije que si que quería. ¡Quién no quiere media hora de masajes por dos euros! Claro que cuando la chica me dijo que eran dolares le dije que pasaba. Pero me empezó a ofrecer ofertas y cada cinco minutos volvía con una oferta mejor. Yo siempre le decía que estaba comiendo, pero que cuando terminase, si quería un masaje, ya la buscaba. Su última oferta fue cuarenta y cinco minutos de masaje por doscientos pesos, pero pasé, quería volver a Mérida. Así fue como descubrí que no se me da tan mal regatear. Ahora solo me falta aplicarlo a las cosas que realmente quiero comprar, porque conseguir buenos precios en algo que no quiero no es muy útil...


Para ir a Celestún había que volver a Mérida, no se podía ir directamente, así que se nos hizo tarde y nos quedamos sin ver la reserva. A mí no me importó mucho, porque como ya he dicho alguna vez los pájaros tendrán el pico largo o corto, las patas largas o cortas, las plumas de colores o monocromas, pero al final son pájaros.

Chichén Itzá
El último día en Mérida hice una excursión a Chichén Itzá, esta vez contratada con el albergue, que además de costar lo mismo abren pronto por la mañana. Chichén Itzá son unas ruinas mayas declaradas como una de las siete maravillas del mundo en 2007. La excursión tenía guía, así que te enteras de bastantes cosillas, como por ejemplo porque todo el mundo aplaude cuando se pone delante del templo principal: para oir el eco, que se supone que es la voz del dios Kukulcán. Al parecer la acústica es tan buena que desde la cima del templo se pueden oír conversaciones que se mantienen en la base sin ningún problema. Desgraciadamente no se puede subir...

Personalmente me parece que las ruinas de Uxmal son igual de bonitas o incluso más, y al parecer también funciona lo del eco. Además como no es maravilla del mundo no hay tanto turista. Pero claro, si no vas a Chichén Itzá y no tienes una foto en la pirámide mítica pues parece que no has estado en México.
Después de las ruinas nos llevaron a un cenote. 
Los cenotes son conexiones con la superficie de sistemas de agua subterráneos. Pueden tener diferentes formas, como por ejemplo de pozo, o estar en una gruta o cueva. El agua en los cenotes es dulce,  muy cristalina y tibia. Es una gozada bañarse en ellos. De las diez personas que íbamos en la excursión yo fui el único que se bañó, aunque en media hora tampoco te da tiempo a mucho.

Después nos llevaron a comer a un buffet. Por lo general no diría esto, pero es que el buffet incluía espectáculo de bailes tradicionales, y uno de ellos era bailar con un vaso en la cabeza, y luego ya con una bandeja con vasos de chupito y una botella. Tras la comida volvimos a Mérida, donde me dediqué a hacer tiempo hasta agarrar mi próximo autobús, porque otra vez viajaba de noche.

La gente
Aquí me empecé a dar cuenta de que pululando por el albergue sin hacer mucho se conoce a bastante gente, como los franceses, Dan o Verónica y Danniel. Además de las visitas a Uxmal y Progreso que hice con ellos , luego coincidíamos por el albergue. Pero fuera del albergue también conocí a gente.
Cuando volví de Progreso, como no había tiempo para ir a Celestún, decidí ir a visitar la ciudad de Mérida. No pudo ser, porque según salí del albergue conocí a Gery. Yo estaba mirando la Planeta solitario para ver a donde podía ir cuando Gery se paró y me dijo que era el edificio de Montejo. A mí no me cuadraba esa frase, así que la entendí como una pregunta y lo busqué en la guía, pero al parecer Gery creía que yo estaba buscando que edificio era el que tenía detrás y por eso me lo dijo. Un malentendido como otro cualquiera.
Resulta que Gery es de Couchsurfing y suele acoger a viajeros en su casa. El caso es que terminamos platicando en un parque, pero de la ciudad me enseño justo la catedral. Dice que quiere ser educador  (estudia para eso) o sino político. La verdad es que dotes de orador no le faltan, y de educador tampoco, porque cada vez que venía un niño a vender algo le preguntaba a ver dónde estaba su mamá y a ver si iba al colegio. 
Gery me invitó a quedarme en su casa, pero ya tenía el albergue pagado, y además en este viaje no quiero hacer couchsurfing, que es una forma interesante de viajar, pero diferente.

Lo bueno
Los treinta minutos en el cenote. Las ventajas de una piscina (no sal, no arena) y las ventajas del mar (no cloro, natural y al aire libre). Encima como está en sombra no me tuve que preocupar por quemarme con el sol y tenía unas escaleras desde las que te podías tirar de cabeza , haciendo un tirabuzón, o simplemente de pie, como hice yo.

Lo malo
Con la entrada a Uxmal te dan dos boletos, uno de unos ciento diez pesos para el estado de Chiapas y otro de cincuenta y seis para el gobierno de México, e incluye el pase al n espectáculo de luces y sonido que hay a la noche. El boleto que miran, tanto para entrar de día como al espectáculo de la noche, es el del estado de chiapas, que cada día es de un color para que la gente no se cuele. Esto es importante para entender lo siguiente.

La víspera, otros franceses a los que yo no conocí estuvieron en Uxmal, con un tour organizado, por lo que no pudieron ver el espectáculo. Estos franceses creyeron que cada uno de los boletos era para una cosa, uno para entrar de día y otro para el espectáculo de noche. Como no pudieron utilizar el supuesto boleto de la noche se los dieron a Silva y Oguelí para ver si podían ahorrarse unos pesos en la entrada. A mitad de camino Silva se dio cuenta de que se había olvidado los boletos en el albergue, pero aun así siguió con la idea de ahorrarse los pesos. Por intentarlo no se pierde nada, así que como yo hablo mejor castellano le dije a la de la taquilla que habíamos venido la víspera con un tour y que no pudimos ver el espectáculo, pero que hoy habíamos venido con un auto rentado, y a ver si teníamos que pagar todo otra vez. La tía nos mandó al gerente, en la puerta de al lado, y esta vez hablo Silva, porque a mí ya me parecía mucho incluso aunque hubiese sido verdad o si por lo menos hubiesemos tenido los boletos. Silva insistió un poco, puso cara de circunstancias y se quejó de tener que pagar otra vez, pero no coló, así que compramos nuestros boletos respectivos.

Luego más tarde, cuando fuimos a cenar a Muta teníamos que sacar el auto del parking, y por lo tanto al entrar tendríamos que volver a pagar los veinte pesos que costaba (poco más de un euro). Empezó a regatear con el tipo del parking, y cuando le dijo que no podía hacer nada, puso la cara de circunstancia, se quejó de tener que pagar dos veces y se quedó ahí, esperando darle pena al guarda.

Yo creo que silva había leído algo sobre las mordidas y se cree que México es una especie de bazar donde se puede regatear por todo, a pesar de que los boletos tengan su correspondiente numeración y el sello de diversas instituciones y haya tornos para contar las personas o los vehículos que entran en los recintos. Me terminó cayendo un poco mal el Silva este...


El peersonaje más friki
Cuando rentamos el auto para ir a Uxmal quedamos con la agnecia en devolverlo la mañana siguiente a primera hora. Sin embargo, si lo devolvíamos antes de las nueve y media de la noche lo podíamos dejar en el garaje de la compañía y a sí ahorrarnos tener que buscar y pagar un parking público. como os podréis imaginar Silva hizo todo lo posible por ahorrarse el parking, así que a la vuelta del espectáculo de luces le pisó bastante; es un decir, porque el chevy no pasaba de cien, pero para la carretera que era y encima de noche pues era ir rapidito. 
Cuando nos estábamos acercando a Mérida todavía teníamos bastante margen de tiempo, unos cuarenta y cinco minutos, tiempo suficiente para rellenar el depósito e ir al garaje. Pero todo iba demasiado bien, y ya se sabe que cuando tienes prisa es cuando te pasan las cosas más raras; eso sí, cuando estás cuatro horas esperando en un aeropuerto no pasan estas cosas. ¿Qué nos entretuvo esta vez? Pues un control de la policía federal, que nos entretuvo durante media hora, así que al final entregamos el coche justo justo.
Primero el poli le pidió la documentación a Silva. Yo creo que a Silva se le pasó por la cabeza decir que no hablaba español, porque me miró de reojo y entonces dijo que si sabía. Acto seguido nos hicieron bajarnos a los tres y nos pidieron los pasaportes. Ahí fue cuando el poli me increpó por no decir antes que hablaba castellano, y yo le respondí que para qué, si Silva hablaba muy bien. Ya por último nos registraron las mochilas. Fue un registro bastante exhaustivo, abriendo todos los bolsillo, la funda de las gafas, el bote de lentillas de Oguelí, que a priori no tenía ningún tipo de cuidado y le tuvimos que avisar de que iba a tirar las lentillas... Para colmo las tres mochilas eran de estas que tienen tropecientos bolsillos y bolsillitos  enscondidos.
El caso es que el poli encontró un frontal en la mochila de Silva, la primera que registró, y se puso súper contento con su descubrimiento. La encendió, se la puso en la cabeza, dejó a un lado su pesada linterna y siguió el registro teniendo las dos manos libres. Que cara de felicidad. Yo creo que ya ha rellenado los impresos necesarios para solicitar una actualización de las incómodas linternas de bombilla incandescentes a los prácticos frontales de LEDs.
Lo que he aprendido
Que esto de los apartados preestablecidos está muy bien, pero que a veces es mejor saltarse alguno para no atrasar (más) la publicación  del post.

1 comment:

  1. Epa!Ya veo que estas agusto por Mexico...cuando vuelves pa SS? Lo pregunto porque aqui estamos con ganas de farra Santo Tomas (21 de Diciembre, martes) y de verte. Aio

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