Ya llegó este post, con un poco de retraso, pero es que siempre aparecen cosas más interesantes para hacer, como por ejemplo nada.
Puerto Escondido
Para llegar a la costa de Oaxaca desde la ciudad de Oaxaca hay dos vías directas y otra dando rodeo (aunque por una carretera mejor). Yo decidí llegar al oeste, porque luego según me dirigiese al este iría recorriendo todos los pueblecitos. Así es com ollegué a Puerto Escondido.
Puerto Escondido es un pueblo de pescadores reconvertido a pueblo turístico. En el pueblo se distinguen tres partes: el pueblo, por encima de la carretera principal; el pueblo turístico, dos calles entre la carretera principal y la bahía; y el pueblo de surfistas, surgido a lo largo de la playa de Zicatela, la de los surfers. Asimismo el pueblo tiene varias playas, la de Zicatela y Bacocho en mar abierto y por lo tanto poco aptas para nadar y el resto en bahías, por lo que son mas apropiadas si se quiere nadar o hacer snorkel.
El primer día fui a la playa de Manzanillo, porque la playa Principal recibe unas aguas de una "laguna"un poco desagradables y además tiene muchos botes y barcas. La playa de Manzanillo está en una bahía, junto con la playa de Puerto Angelito. En la playa no hay casas y entre las palmeras de la orilla se encuentran algunos bares donde tomar algo o refugiarse del sol bajo en las tumbonas que tienen bajo las palmeras. La verdad es que esta playa es la que más merece la pena de las que visité. A pesar de que a mí me gusta mucho tomar el sol de doce a dos, para aprovecharlo bien y ponerme bien moreno, en esta ocasión fui tempranito, a eso de las siete y media. Te das un baño, te secas y a eso de las nueve vas al pueblo a desayunar un licuado de coco con plátano. Luego pasas el día dando un paseo, haciendo la colada o tumbado en la hamaca del albergue hasta que a eso de las cuatro de la tarde decides ir otra vez a la playa.
Esta vez fui a la playa de Zicatela. Siguiendo los consejos que se ven en varias partes (guía, oficina de turismo, lugareños) no me bañé, pero el atardecer es espectacular.
La segunda mañana decidí probar la playa de Carrizalillo. Tenía muy buena pinta, pero estaba abajo de un acantilado y por lo tanto a las horas que fui yo todavía estaba en sombra, así que decidí volver a la playa del día anterior. Tras el baño y tomar un poco el sol agarré el autobús a Zamunte, como a eso de las once de la mañana.
La verdad es que de las dos noches que pasé en Puerto Escondido sobraba por lo menos una, y la otra me lo pienso porque la playa de Manzanillo estaba muy bien, pero por lo demás es un pueblo lleno de guiris que buscan hacer surf y fiesta. Con la única persona que mantuve una conversación algo prolongada fue con un asturiano que llegó a México desde Colombia para un mes y llevaba casi un año. Tenía un amigo italiano que le había pasado algo parecido; al parecer México engancha... Para la visa me contaron que no hay problema, que cuando se te empiezan a terminar los seis meses haces una excursión a Guatemala y al volver tienes otros seis meses. Yo de momento no he decidido quedarme, aunque no descarto volver.
Mazunte
Hacia el este de Puerto Escondido hay una serie de pueblecitos costeros muy frecuentados por mochileros: Mazunte, San Agustinillo y Zipolite. Para llegar a Mazunte desde Puerto Escondido hay que coger un autobús a Pochutla; este autobús no es de largo recorrido, sino una especie de autobús urbano, pero interurbano. A mitad de camino, a la altura de Santa Elena había un bloqueo en la carretera hecho por los lugareños para protestar por una nueva autopista que están haciendo. Así que en Santa Elena había que bajarse, andar unos 100 metros y coger otro autobús que estaba esperando al otro lado. Por el camino te cruzas con los mochileros que van en sentido contrario y con las señoras cargando con sus bolsas de verduras. Los lugareños se dieron cuenta de la jugada y a los pocos días hicieron otro bloqueo un poco más adelante. Afortunadamente yo ya había pasado.
En el autobús me senté atrás del todo, junto a una pareja que hablaban en inglés, y luego en medio se sentó un mexicano. El mexicano me empezó a contar la historia del bloqueo, y entonces intervino el tipo de la pareja, Eddy, que resultó ser venezolano nacido en Nueva York y afincado en Puerto Escondido, por lo menos temporalmente ya que puede trabajar desde casa. La chica era Lin, su ligue de Puerto Escondido, una Noruega estudiante de filosofía que estaba haciendo un curso de tres meses. Los dos se iban a pasar el fin de semana a Mazunte, así que al llegar al cruce de San Antonio nos bajamos del autobús. Aquí se supone que teníamos que agarrar un colectivo, pero un taxista se ofreció a llevarnos por cuarenta pesos así que por no esperar veinte minutos aceptamos su generosa oferta, que nos salía poco más caro que el colectivo.
En Mazunte ellos se quedaron en la Posada del Arquitecto, pero a mí no me convencían los dormitorios compartidos y me fui a la posada del Agujón, justo enfrente. Ahí me quedé en un cuarto individual con baño privado y cama con mosquitera por 120 pesos al día. Aunque estaba bien tenía dos peros. Primero que no había mosquitera en las ventanas y por lo tanto el cuarto se llenaba de mosquitos, y segundo que la seguridad era bastante escasa. Había un candado en la puerta, pero las ventanas se habrían con simplemente empujarlas. Estuve pensando en mudarme a la Posada del Arquitecto, a una estrella (unas camas colgantes con mosquiteras que tenía por setenta pesos) cuando descubrí la Posada de Memo. Como ya había pagado tres noches en el Agujón no me pude mudar a la Posada de Memo hasta el cuarto día, pero ahí tenía una pequeña habitación individual con baño privado, mosquitera en las ventanas y en la cama en una pequeña cabaña en el jardín de la casa de Memo, y todo por sesenta pesos la noche. Bastante recomendable. La única pega era que la ducha de mi cuarto no funcionaba muy bien, pero como la habitación de alado estaba libre me duchaba ahí. De todas formas, si volviese en el mismo plan me plantearía las estrellas, porque es sin duda el albergue con más vidilla.
Pero estoy hablando mucho de las posadas y todavía no he contado nada sobre el pueblo. Mazunte es un pueblecito que tiene una calle principal, la carretera, a unos quinientos metros de la playa, y cuatro calles (empedradas recientemente con muy buen gusto) que van de ésta a la playa. Casi todas las cabañas tienen tejados de palma y se integran muy bien con el medio. Yo veía Mazunte como un camping mediano en el que en cada parcela había un restaurante o bar, una posada o una casa casa familiar. Era muy chido. Además como estamos en temporada baja, no había mucha gente y todo era más barato. Claro que también tiene sus inconvenientes, y algunos de los pocos restaurantes que había no abrían al mediodía, o se quedaban sin existencias. Pero en Diciembre se debe de llenar de mexicanos que van a pasar las vacaciones de navidad ahí, y hacen fogatas en la playa y el pueblecito se llena de ambiente, aunque yo creo que entonces perdería parte de su encanto.
La primera tarde la pasé en la playa, y luego fui con Eddy y Lin a una fiesta que había en un albergue con el motivo de que cambiaban de dueños. En la fiesta tocaba un grupo en directo y cuando terminó una chica hizo cariocas (poy) con fuego. La verdad es que la fiesta no estaba muy animada, y como para mí las once de la noche ya empezaba a ser tarde me fui a dormir y les dejé ahí a Eddy y a Lin. Al llegar a la cama comprobé por qué la fiesta estaba casi vacia; en el bar de al lado del Agujón había una fiesta en la que parecía que la gente se lo pasaba muy bien. A las cinco de la mañana me desperté porque era el momento del after y pusieron música chumba-chumba a tope. Bueno, no se puede acertar siempre.
Zipolite
El Domingo fui con Eddy y Lin a pasar el día a Zipolite. Para ir a Zipolite hay que agarrar un colectivo, que no es mas que una camioneta con bancos en la parte de atrás y con un toldo verde en el que te montas. Si los bancos van llenos pues te quedas de pie, y si no cabes, pues viajas colgado al estilo de los basureros. El viaje dura unos diez o quince minutos y cuesta cinco pesos. Mi idea inicial era estar un par de días en Mazunte y luego ir a Zipolite a pasar otros dos o tres días. Sin embargo visto el precio del viaje y tras pasar el día ahí me decidí por quedarme en Mazunte. Zipolite consta de una única calle a lo largo de la playa; sin embargo aquí no se integran tanto con el medio y en medio de la playa hay un edificio de ladrillo color rosado que rompe el encanto del lugar. Además la playa, famosa por ser la única playa nudista de Mexico, no es recomendable para bañarse, aunque si para hacer surf. En el extremo occidental de la playa las holas son bajitas, as'ique nos bañamos ahí; en cuanto entras al agua notas una corriente muy fuerte que te lleva hacia un lado de la playa. Luego nos bañamos en mitad de la playa. aunque las olas son grandes, rompen como a unos cien metros de la orilla. En estos cien metros no pasa de cubrir de la cintura, pero la corriente, que deja en ridículo a las resacas del Cantábrico, sigue estando presente. De echo había olas que iban y luego olas que volvían.
En esta playa pasamos el día, como a mí me gusta, de doce a dos aprovechando el sol a tope. A pesar de que me embadurné de crema me quemé un poco los hombros. Para comer pasó una señora vendiendo pescadillas, una especie de tacos pero con pescado. Estaban muy buenos, pero un poco picantes. A eso de la mitad de la tarde apareció Ryan y su ligue Noruego, a la que llamaremos Katrhina (aunque creo que no era así). Katrhina era amiga de Lin, y estaba haciendo el mismo curso que Lin. Ryan es un bombero canadiense que trabaja en verano y ahora se iba a de viaje desde México hasta Colombia. Se supone que yo volvía solo a Mazunte, porque Eddy y Lin se iban a Pochutla para coger el autobús a Puerto Escondido, pero como Ryan tenía que coger el equipaje del hotel volvimos todos juntos a Mazunte. Y menos mal, porque como nos quedamos a cenar en Zipolite, se nos hizo tarde y perdimos el último colectivo, así que tuvimos que agarrar un taxi que de otra forma hubiese tenido que pagar solo. Por cierto, que no era muy tarde; esto sería a eso de las siete y media de la tarde.
Excursión en barca
Para el lunes por la mañana había contratado una excursión en barca por las costa. La excursión empieza haciendo una visita a Punta Cometa desde el mar, luego se adentra en el mar hasta que empiezan a aparecer las primeras tortugas marinas. Son muy graciosas. Siguiendo un poco más mar adentro vimos unos delfines que se pusieron a jugar con la barca. Como había marejada no se veían muy bien, pero así tuvimos mucha suerte, porque otros grupos no los vieron. También nos dijeron que era época de ver ballenas, pero que con la marejada no podíamos ir a verlas. Una pena. Lo que si que hizo uno de los pescadores es tirarse a por una tortuga y luego el resto nos bañábamos cogidos a la tortuga. El truco es que la tortuga tenga la cabeza hacia arriba, porque como le des la vuelta empieza a nadar hacia abajo y no le ganas. De todas formas por si acaso el pescador no la soltaba.
Tras nadar con las tortugas fuimos a visitar las playas de Zipolite y San Agustinillo, desde el mar las dos, y la Piedra Blanca, una pieddra en medio del mar que es refugio de aves marinas. El color de la piedra no es natural, es por los excrementos de las aves.
Al final nos dejaron unas aletas y unas gafas para hacer snorkel. Yo no había usado nunca aletas y me sentía un poco incómodo; yo creo que me molestaban más que ayudar. Supongo que tendré que aprende a usarlas para la próxima vez. La excursión terminó al cabo de tres horas, ayudando a los pescadores a sacar la barca del agua.
Visita a Pochutla
Tras la excursión, a eso de las doce del mediodía, fui a Pochutla para sacar dinero y con la intención de pasar el día. En el colectivo me encontré con Ryan, que perdió el autobús a San Cristóbal de las Casas (Chiapas) la noche anterior. En el mismo colectivo viajaba Jordi, un catalán que tenía intención de ir a Puerto Escondido, pero tras mis comentarios se decidió por ir directamente a San Cristóbal de las Casas. Mientras ellos sacaban los boletos de autobús yo fui a sacar dinero y en el camino pude comprobar que en Pochutla no merece la pena pasar más tiempo del imprescindible. Me reuní con Jordi y Ryan y volvimos a Mazunte (su autobús salía a la noche y tampoco querían desperdiciar un día en Pochutla).
En el colectivo a Mazunte fue donde conocí a Memo, el dueño de la Posada Memo. Quedé con él en visitar la posada después de comer, para ver si me convencía. Jordi se bajó en la playa La Bermejita, y yo fui a comer con Ryan. Después de la comida nos separamos, él fue al ciber-café y yo fui a ver la Posada de Memo. Tras decidir que al día siguiente me mudaba, fui a visitar la playa de La Bermejita.
Playa La Bermejita y Punta cometa
En esta playa solo hay muy pocas cabañas, la mayoría privadas, da a mar abierto y, por lo menos ese día, había mucho viento, de este que levanta la arena y pica en las espinillas. De aquí fui a Punta Cometa, a ver la puesta del sol. Aunque dicen que es de los mejores sitios para verla, ese día había nubes en el horizonte, así que me quedo con la de Zicatela. Eso sí, había mucha gente viendo el espectáculo, y de camino al pueblo empecé a hablar con una pareja de México DF. Me dijeron un montón de cosas para hacer en Chiapas además de las típicas, aunque luego resultó que estaban todas en la guía Planeta Solitario. Aún así me dijeron cosas interesantes, y puede que haga alguna de esas cosas menos típicas. También me comentaron que la víspera había habido una gala de circo en el centro cultural Luna Nueva que me perdí. En la cena conocí a Patrick, un suizo que está viajando desde México hasta Colombia. Hablaba castellano, que aprendió en viajes anteriores por Sudamérica. Él también me contó que había visto la gala de circo. Creo que la vio todo Mazunte menos yo. Decidimos ir a ver si había algo en el centro cultural, pero ese día tenían fiesta.
Playa Ventanilla
A la mañana siguiente,martes, madrugué para ir a un "yacuzzi" natural que había en punta cometa. La pena es que cuando fui había marea alta y las olas entraban, así que no era tan yacuzzi. Como había que bajar por un camino de cabras decidí que no merecía tanto la pena como para volver. de vuelta en el pueblo volví a coincidir con Patrick. Le dije que al día siguiente quería ir a la playa de Ventanilla y me dijo que él iba con Hugo, un mexicano que acampaba en su albergue (si, aquí en los albergues puedes alquilar una habitación, una hamaca o una parcela para la tienda de campaña). Me uní a ellos, y fue una suerte porque Hugo tenía coche, así que me olvidé de los colectivos por un rato.
En playa Ventanilla, además de ser una playa, hay un centro de eco-turismo. Al lado de la playa que no tiene mar hay una laguna con una isla, y la actividad consiste en dar un paseo en barca por la laguna y desembarcar en la isla para ver un mini-zoo. En la laguna vimos un cocodrilo, bueno, más bien los ojos de un cocodrilo, y una iguana que estaba en un árbol. También había algún ave autóctona, pero para mi no dejaba de ser un pájaro. En el zoo había tejones, un zorro gris, un mono araña y crías de cocodrilo. También vimos un par de cocodrilos, que aunque estaban en libertad, estaban descansando en la orilla de la isla. La verdad es que para estar a solo unos metros de ellos y separados por una valla de madera que no suponía ningún obstáculo a los reptiles estaba bastante tranquilo. Supongo que estar en un zoo daba una falsa sensación de seguridad, porque si me los encuentro en otro sitio no duro ni cinco segundos ahí. De todas formas estaban quietecitos y no se movían mucho.
Tras la visita al zoo nos tomamos un refrigerio en un bar que había en la isla. Hacía mucho calor, así que me apetecía algo refrescante, y como había coco pregunté sí me serviría. Me dijeron que sí, que era muy refrescante, pero se les olvidó añadir la aclaración de que cuando está frío, porque templado y con lo dulce que es yo creo que me dio más sed. Para servir el coco le hacen un agujero con un machete hasta llegar a la carne. Por ese agujero le ponen una pajita y cuando te bebes el líquido devuelves el coco para que le quiten la corteza y te comes la carne. Una pareja de mexicanos que estaban haciendo al excursión con nosotros me dijeron que el coco se solía comer con una salsa picante y con limón. Yo probé pero no me convenció mucho, así que me comí el coco al natural. Me jarté de coco y aun así sobró.
Por la noche volvimos a Playa Ventanilla para ayudar a liberar tortugas al mar. Como las tortugas están en peligro de extinción, se les ayuda para que tengan más probabilidad de sobrevivir. Alrededor de los nidos se pone un redil para que cuando nacen las tortuguitas no se las coman los cangrejos y los perros. A la noche se recogen todas y se les suelta cerca del mar para que tengan que recorrer menos distancia y así lleguen menos cansadas. No se les puede soltar directamente en el mar porque tienen que reconocer la arena para ser capaces de volver cuando tengan que anidar. Era muy gracioso ver como se movían todas, avanzando con dificultades para que llegase una ola y las devolviese al punto de partida, y encima panza arriba. Aquí también, para que no se cansasen les ayudabamos a darse la vuelta, porque aunque las tortugas grandes no son capaces de darse la vuelta si están sobre el caparazón, las crías si pueden. Así que a partir de ahora mucho ojito con tirar bolsas y globos por ahí, que tengo unas ahijadas a las que les puede sentar mal.
San Agustinillo y el centro de las tortugas
El miércoles y el jueves no hice gran cosa; a la playa por la mañana y por la noche quedaba con Hugo y Patrick. Durante el día el miércoles visité San Agustinillo y el jueves el centro de la tortuga. San Agustinillo es un pueblo un par de kilómetros al este de Mazunte. Aunque hay colectivos que te llevan ahí, se puede ir andando dando un paseo. San Agustinillo es más pequeño que Mazunte, pero a mi me pareció que tenía más restaurantes y negocios. La verdad es que podría ser una alternativa a Mazunte.
El centro nacional de las tortugas es un acuario de tortugas. Hasta la prohibición total de la caza de tortugas en México, los pueblos de esta zona vivían de la pesca de tortugas. En el proceso de reconversión de la actividad económica al ecoturismo, se creo este centro, donde además de mostrar las diferentes tortugas que hay en México (tanto terrestres como marinas) se acoge y se cura a tortugas que llegan. La verdad es que después de haber nadado con tortugas en mar abierto y de haber ayudado a las tortuguitas a llegar al mar, esto se queda un poco flojo. Pero ya digo, que con lo barato que son aquí las cosas me voy a gastar más que en Estados Unidos.
La gala de circo
Una tarde me pasé por el centro cultural Luna Nueva y me dijeron que el jueves a la noche iba a haber otra actuación. Aunque mi idea era irme el jueves, decidí quedarme un día más para ver esta actuación. Además igual me dejaban unas mazas para colgar la tan solicitada foto. Lo siento, pero no hubo mazas. La actuación corría a cargo de una compañía asentada en Mazunte y de una compañía española que esta de gira por México. Algunos estudiaban en Karampa, y por supuesto que conocían a Jaxenolaf y sobre todo al ex-representante en la EJA.
La actuación estubo muy bien, sobre todo un número en el que juntaban telas con una barra vertical. También hubo trapecio, rulo, malabares y clowns, con los que me reí mucho. La verdad es que mereció la pena quedarse un día más.
Lo mejor
Para ser un sitio ideal para no hacer nada, en Mazunte hay bastantes cosas para hacer. De todas formas, también hay tiempo para no hacer nada. Los días allí básicamente eran baño en la playa por la mañana, desayunar un licuado de coco y plátano, esperar a que llegase la hora de comer leyendo en alguna hamaca, bañito en la playa por la tarde y tomar un par de cervezas a la noche esquivando a los mosquitos. Luego prontito a la cama para retomar energías para el duro día que esperaba al día siguiente. Aquí el día tiene más o menos doce horas, y la noche otras doce, amanece a eso de las seis de la mañana y anochece hacia las seis de la tarde. Lo mejor es adaptarse a este horario y comer hacia las doce o una y cenar para las siete; o por lo menos es lo que hacia yo, así que para las diez estaba en la cama casi todos los días.
Lo peor
Los mosquitos son un bastante molestia, pero entre la mosquitera y el anti-mosquitos se lleva bastante bien. También es recomendable llevar pantalón largo a la noche, aunque no apetezca por el calor.
De todas lo peor es que tiene pinta de que los tres pueblos de la zona tienen pinta de convertirse en unos años en otro Puerto Escondido. Están construyendo una autopista que va a la zona, y ya se empiezan a ver casas que desentonan. También están arreglando mucho las calles, así que para el año que viene estará muy bien, pero espero equivocarme y que dentro de unos años siga igual.
Lo que he aprendido
En México los negocios funcionan algo distinto que en España. Para empezar tienen una línea directa con el banco; en cuanto les pagas algo ese dinero entra en un tubo de vacío y se dirige automáticamente a la caja fuerte del banco. Es la única forma de explicar que nunca tengan cambio. Están tan acostumbrados a esto, que si sacas tres mil pesos de un cajero te dan treinta billetes de cien en vez de cinco de cien y cinco de quinientos. Creo que mi cartera hubiese engordado más si me dan sesenta billetes de cincuenta. Bueno, así tengo menos problemas con el cambio.
Pero dejando aparte el tema del cambio, los negocios aquí tienen una finalidad diferente a la tradicional (por lo menos desde el punto de vista europeo). Allí si abres una tienda es porque te quieres forrar, y para ello tienes que vender algo. Cuantas más unidades vendas, más te forras, así que procuras tener un stock suficiente. En México no. En México el objetivo es sacar el dinero suficiente para comer al día siguiente, así que no os sorprendáis si vais a un bar porque han anunciado una gran fiesta con música en directo y a la hora y media se quedan sin cerveza. Ya está, ellos ya han sacado para comer al día siguiente, ya no necesitan vender más. Los negocios se montan para satisfacer las necesidades de los dueños, no las de los clientes.
El personaje más friki
Vamos a seguir con el tema de los negocios. En México al menú del día se le llama corrida. Es una forma barata de comer comida típica. En Mazunte sólo hay un bar que ofrezca comida corrida, por lo menos en temporada baja, así que el primer día fui a comer a ese bar. El menú, por cuarenta pesos, era el siguiente:
- Sopa de pasta
- Arroz
- Frijoles
- Ensalada
- Aguas de fruta (esto es la bebida del menú, zumo de alguna fruta mezclado con agua. Muy rico y refrescante, sobre todo la de sandía. Según donde la tomes te puede venir para lo que ya sabes...osea, cagar, que esto no es el anuncio de los yogures).
- A elegir entre milanesa de res, pescado frito o filete de pescado.
Según entro al bar (es una forma de hablar, porque los restaurantes son más bien porches) se acerca una niña de unos doce años. Resulta que es mi camarera. Le digo que quiero comida corrida y me dice que vale, pero que no hay sopa de pasta. Puedo pasar sin la sopa, pienso. Le digo que quiero milanesa de res y me dice que solo hay filete de pescado. Le digo que me haga un resumen de lo que tienen y resulta que solo tienen el filete y la ensalada. Pues vaya comida corrida... Pero lo más surrealista es que mientras mantenía esta conversación con la niña, ésta estaba jugando, colgándose de un árbol y mirando para todos los lados menos a mí. No sabía si me estaba tomando el pelo o si había una cámara oculta o así. Otro día me tomó nota mientras bailaba con un hula hoop, pero esta vez ya no me sorprendió tanto, que es una niña y los niños hacen esas cosas.
Miscelánea
Fotos
En este post he hecho un esfuerzo especial para poner fotos, entre otras cosas porque han mejorado la interfaz para subirlas y colocarlas; ahora la foto aparece donde tienes el cursor, no al principio. Sin embargo llevo como una hora para subir cinco fotos, así que lo dejo tal cual. Es una pena, porque las tortuguitas están chidas. Mañana igual las termino de subir. O igual no.
En próximas entregas
Os contaré como no conocí al subcomandante marcos en chiapas y por qué estoy en Mérida cuando yo quería ir a Palenque.