Friday 4 February 2011

México D.F.

Sería una pena no terminar el blog estando tan cerca del final... Pero para facilitarme n poco las cosas, voy a pasar de los apartados que he venido utilizando hasta ahora y voy a hacer un relato lineal. 
El aeropuerto
A México llegué el 6 de Diciembre, Lunes, poco después del mediodía. Mira por donde que no me pasó nada extraño con el equipaje, aunque en el aeropuerto de Cancún si que me pidieron el pasaporte para control rutinario. Así que decidí irme lo antes posible del aeropuerto, no fuese que algún vigialnte cambiase de opinión y me viese como sospechoso.
El problema que tenía es que la parada de metro estaba en la otra terminal, y para tomar el skytrain que unía las terminales había que tener boleto de embarque, y el mío al parecer era de desembarque y no  me servía. Así que pregunté a un guarda de seguridad que pasaba por allí y muy amablemente se acercó a la ventana y me empezó a explicar, señalándome calles y diciendo que fuese por donde iba tal o cual coche o furgoneta, que en veinte minutos andando llegaba. Amablemente le dí las gracias y me dispuse a preguntar a otra persona, porque no me gustaba su respuesta. Esa persona resultó ser el guardia de seguridad de la planta de abajo, que señalando un autobús me dijo que lo agarrase y me bajase en la siguiente parada. Esta respuesta me gustó más.
El metro
Los albergues a los que tenía pensado ir estaban en el centro, en los alrededores de la plaza Zócalo. Para llegar a esa parada tenía que hacer un trasbordo en Pino Suárez a la línea azul, pero solo para una parada, así que decidí hacerla andando. Pues resulta que entre Pino Suárez y Zócalo hay una conexión subterránea, así que ni siquiera hacía falta salir a la calle. En este pasadizo además, había una especie de feria de libro permanente, un montón de librerías con todo tipo de libros que pensé en visitar en otro momento. Sin embargo no contaba con un problema: para llegar a este pasadizo creo que me metí en una dirección prohibida (Sí, en el metro de México D.F. va tanta gente que tienen separadas las direcciónes de los peatones. También tienen zonas en las que a determinadas horas no puede haber hombres, solo mujeres y niños.) , así que luego no era capaz de encontrarlo otra vez. Al final me volví a meter por esa "dirección prohibida" y ya lo encontré. Había muchos libros.
Al final logré salir a la plaza del Zócalo. Una plaza impresionante que al parecer es más impresionante cuando no tiene nada. A mí me tocó ver las instalaciones típicas de navidad, osea, una pista de hielo, una rampa con nieve artificial por la que los niños se tiraban con trineos y flotadores y también un recinto con motos de nieve. Al principio me pregunté cuanto costaría mantener eso en México D.F., pero luego ya me dí cuenta de que en México D.F. hacía frío; por las noches rondábamos los cero grados y de día tampoco subía mucho. Al final me quedé con las ganas de montarme en una moto de nieve.
El albergue
Después de tanto tiempo viajando ya no tenía problemas en llegar a una ciudad sin alojamiento reservado, aunque en México D.F. casi me arrepiento, porque se acercaba el día de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, y al parecer mucha gente va en peregrinación, pero no tuve ningún problema. Eso sí, solo pude mantener mis caprichos de dormir en habitación individual un par de noches; las otras dos noches las pasé en un dormitorio compartido.
Los edificios en México D.F tenían un aire europeo que no había visto hasta ahora en México; si me dean en muchas calles de la ciudad sin decirme donde estoy, fácilmente podría decir que se trata de Madrid o Barcelona. Bueno, por lo menos antes de ver a toda la gente que pasea por la calle, que me haría sospechar un poco. El edificio del albergue tampoco tenía nada que ver con los albergues anteriores. era un edificio de 4 plantas, todas de altura considerable, sin ascensor y mi habitación en la última planta... 
Encima uno de los días que estaba yo ahí decidieron fumigar las camas, así que tuve que cargar con todas las mantas, cubrecamas, sábanas y almohadas para abajo y para arriba. Como no me apetecía hacer este viaje en balde, pregunté antes a la chica de recepción, que me dijo que sí, que bajase todo, pero cuando bajé había  otra chica que me increpó por bajar todo. yo le dije que era por la fumigación y me fui, que pasaba de subir todo otra vez...
La ciudad
México D.F. es una ciudad grande, con muchos sitios diferentes para visitar, y la verdad es que yo me organicé bastante mal y no me dio tiempo a visitar todo. El primer día, entre que me instalé en el albergue y me aclimataba un poco justo me di una vuelta por el Zócalo y la calle Madero.
La plaza del Zócalo se llama así porque en su día se pensó en construir un monumento en el centro de la plaza, pero el monumento nunca se instaló, aunque el zócalo sí. Como la gente quedaba en el zócalo, se empezó a asociar ese nombre con la plaza, y así zócalo pasó a ser sinónimo de plaza central. Y yo que me pasé casi todo mi viaje pensando que las plazas se llamaban "el Zócalo" por los soportales característicos de todas ellas...
La calle Madero es la única calle peatonal de México D.F. Al parecer a la gente le ha gustado y ahora piden más. El caso es que es la típica calle comercial, con mucha tienda y sala de exposiciones, y no tantos restaurantes como me esperaba yo. Pero bueno, al final conseguí cenar en algún sitio.
Al día siguiente me fui dando un paseo desde el Zócalo hasta el parque de Chapultepec. Empecé por Hidalgo, una calle que lleva hasta la Alameda Central, donde visité el museo Franz Mayer, aprovechando que los martes era gratis. En el museo había un montón de arte de ese que yo no soy capaz de apreciar, pero en el patio hay una cafetería donde se estaba muy a gusto. De ahí me dirigí al otro lado de la Alameda, para ver el hemicilo a Juarez y una fuente con un montón de pirámides pequeñas y oxidadas. De ahí hacia el monumento de la república, y luego de vuelta al Paseo de la Reforma. Esta gran avenida se construyó con el fin de conectar la residencia del emperador, en el Castillo de Chapultepec, con el palacio nacional. En cada una de las rotondas hay un monumento pintoresco, siendo seguramente el más famoso el del Ángel de la Independencia.
Al final de la avenida se llega al parque de Chapultepec, que tiene algo que ver con los saltamontes (chapulín es saltamontes). Si tienes suerte como yo, la entrada del parque está cerrada por obras, así que terminas dando un par de vueltas por los pasos subterráneos de los alrededores para ver si encuentras una entrada. Una vez dentro del parque te puedes tirar un par de días para verlo entero, porque tiene un Zoo, el museo de antropología y el castillo de Chapultepec además del parque en sí. Yo simplemente subía al castillo, sin entrar, porque tenía intención de volver otro día con más tranquilidad. Desde la entrada del castillo se practicamente toda la ciudad. Me recordó mucho a lo que se ve desde un monte de Atenas, otra ciudad con mucha gente que vive en casitas pequeñitas, lo que la hace muy extensa.
La lucha libre
Del parque regresé porque había comprado entradas para ir al Arena México, a ver un combate de lucha libre. La excursión incluía una visita a una pulquería para beber pulque, una bebida obtenida a partir de un cactus que se va fermentando poco a poco, incluso después de bebida. Después de tomar el pulque fuimos al Arena México y nos pusimos en el lado de animar a los "buenos". Fue muy gracioso; si ya en la tele, donde la te ponen el plano que les interesa, se ve que es tongo, en directo ya es escandaloso. Pero a la gente le da igual y se ponen a gritar como energúmenos, soltando toda la rabia que llevan dentro. Como ya sabéis, a mí me gusta integrarme, así que enseguida me uní al esto de espectadores con los gritos.
En el viaje de vuelta el guía nos contó que la víspera había ido otro vasco en la excursión. Al parecer a la vuelta había atasco y estuvieron bastante tiempo parados por la zona de Tepito. El vasco decidió que llegaría antes andando y se bajó, a pesar de las advertencias del guía. Pero Nicolás, un uruguayo que también estaba en el albergue dijo que luego le vio por la sala de ordenadores, así que llegó sin problemas.
Teotihuacán
El miércoles había contratado una excursión para ir a Teotihuacán, unas pirámides muy famosas que están cerca de México D.F. En esta excursión había un chico y una chica de Guadalajara, que habían ido a ver un concierto de Rammstein y aprovecharon el viaje, una defeña que vivía en Aguascalientes con su amiga koreana, que se conocieron en Canadá, y una chica de Costa rica, que estudiaba ingeniería en México. Como eramos más o menos de la misma edad pues terminamos llevándonos muy bien.
La excursión comenzaba con una visita a la plaza de las tres culturas. En esta plaza hubo en su día una serie de edificaciones aztecas, pero los españoles utilizaron las piedras para construir una iglesia. Hoy se pueden ver las ruinas de los edificios aztecas y la iglesia todavía en pie. Lamentablemente la plaza es famosa por una matanza que se produjo en 1968, donde el gobierno reprimió con violencia una concentración de estudiantes.
Después de esta plaza fuimos a ver la basílica (realmente ahora hay dos, la vieja y la nueva) de la Virgen de Guadalupe, la patrona de México. Como se acercaba la fecha de la festividad (el 12 de diciembre) había un montón de gente en peregrinación. En la basílica nueva está colgado el poncho del mexicano que tuvo la visión, con la imagen de la virgen estampada, y lo más curioso es que para que la gente no se amontonase viéndola, había unas cintas mecánicas delante.
Al final ya llegamos a las ruinas. La guía nos contó cosas muy interesantes, y al final te dejan tiempo libre para visitar las ruinas a tu bola, es decir el museo, que justo estaba cerrado y subir a la pirámide del sol y de la luna. En lo alto de la pirámide del sol había un coreano al que le había dado una lipotimia y estaba pidiendo agua a la gente. Estaba más amarillo que de costumbre. ¿Por qué se que era coreano? No es que haya adquirido la capacidad de distinguirlos de los chinos y los japoneses; de hecho saqué muy mala nota en el test ese que circuló en su día. Lo que pasa es que la coreana del grupo les entendía cuando hablaban.
Al volver a México D.f. fuimos a cenar los tapatíos, la hidrocálida y la coreana (toma gentilicios que gastan por aquí).
Más vueltas por la ciudad
Al día siguiente quedé con la hidrocálida y la coreana para visitar el museo de antropología y el castillo de Chapultepec. a mí me gustó el museo porque había varias exposiciones relacionadas con los sitios donde ya había estado y podía decir "eso ya lo he visto yo", pero al cabo de tres o cuatro horas te cansas y ya no tiene mucho sentido seguir con la visita, sobre todo cuando lo que falta son trajes regionales... Y el castillo merece la pena sobre todo por las vistas, aunque también te explican bastantes cosillas de l historia de México, aprovechando que en alguna habitación se hospedó tal o cual personaje famoso.
Lo curioso del día pasó al montarnos en un metro. Yo me monté en el vagón y justo entonces empezó a sonar el pitido de que se cerraban las puertas, pillando a la coreana en la mitad. es curioso que en vez de abrirse, las puertas se seguían cerrando, así que se salió, pero le pilló el brazo con la muñeca. al final tirando de las puertas consiguió sacar la mano, pero no os creáis que las puertas se abrieron. Menos mal que no pasó nada, simplemente en la siguiente parada me baje y esperé a que llegase su metro.
El zoo
El último día que pasaba en México había quedado para montar en el bus turístico a las once. Así que yo madrugué un poquito para hacer una visita relámpago al zoo. Yo nunca había estado en un zoo y la verdad es que me gustó bastante; un apena que no tuviese más tiempo para disfrutarlo más tranquilamente. Lo malo es que no vi el panda, pero por lo menos vi un panda rojo y un gnu (en realidad ñu, pero así no mola tanto).
El bus turístico
Me voy a permitir daros un consejo: no os montéis en el autobús turístico de México D.F. Bueno, a no ser que queráis conocer en primera persona los embotellamientos de la ciudad. El caso es que de aquí me fui a la estación de autobuses para volver a Celaya, que tenía equipaje que recoger.