Monday 17 January 2011

El Caribe

¡¡¡Ya ha pasado un mes desde que regresé del viaje y todavía no he terminado el blog!!! Saco menos tiempo para escribir que cuando estaba de viaje. Menos mal que me falta poquito.

El viaje
 Me había quedado en Chetumal, la capital del estado de Quintana Roo, a donde llegué desde Xpujil en un autobús de segunda clase. De aquí tomé un autobús a Tulum. Había unos cuantos, así que no tuve que esperar mucho. Durante el  viaje el aire acondicionado estaba a tope y estábamos todos protestando, pero el chófer decía que no se podía quitar. Afortunadamente en una parada hubo cambio de conductor, algo más comprensivo y apagó el aire.
Por lo demás de este viaje no cabe destacar nada más, salvo que pasamos por Laguna Bacalar y me quedé con las ganas de haber parado ahí. Laguna Bacalar es un pueblo situado al lado de una laguna. Se conoce como la laguna de los siete colores porque sus aguas tienen siete tonalidades de azul Esto se debe a que está formada por siete cenotes que se han desbordado y el agua de cada uno de estos cenotes tiene un color ligeramente diferente a la de los demás. Me lo apunto para la próxima vez que vaya a México o a Belice, que está cerca.

Tulum
A Tulum llegué ya de noche, así que no me compliqué mucho la vida y fui a un albergue al lado
de la estación de autobuses y me fui a cenar.Aquí fue cuando me di cuenta de que esto ya no era el México barato que había conocido hasta ahora. Normal, esto ya no es una zona de vacaciones para mexicanos o para mochileros perdidos. Esto estaba lleno de europeos y de estadounidenses, bueno y de australianos, que siempre había alguno, y por lo tanto los precios estaban adaptados a este tipo de turismo. Aún así era más barato que Europa, pero claro, yo venía de otras partes de México.
Tulum como pueblo no es gran cosa, basicamente una calle atestada de restaurantes y de hotelitos. La playa está lejos, como a una media hora larga andando. La playa era larga, de arena blanca y aguas cristalinas, aunque como estaba algo picada se veía algo de arena donde rompían las olas. A lo largo de la playa hay  más hotelitos y cabañas para rentar, que aunque tenían buena pinta, pues estabas lejos de todo. bueno, menos de las ruinas, que estaban al lado de la playa.
Las ruinas de Tulum no pasarían de ser unas ruinas del montón si no fuese por su ubicación; están situadas en la costa y dentro de la muralla de la ciudad hay una playa en la que es posible bañarse. Y bañarse en el mar caribe mientras observas un templo maya pues está bastante chido.

La gente en Tulum
El albergue tenía un patio con una larga mesa en el centro donde se hacía el desayuno. Así que mientras desayunaba mis cereales conocí a un alemán, Christopher, que estaba haciendo un viaje de tres semanas desde México hasta Costa Rica. Luego coincidimos en el autobús del albergue para ir a la playa, así que hicimos juntos la visita a las ruinas. Más tarde, cuando estábamos esperando al autobús de vuelta conocimos a una pareja de alemanes que estaban viajando desde Argentina hasta Canadá en una caravana todo terreno. Vaya bicho más impresionante. Creo que llevaban dos años y su idea era volver a Alemania al terminar el viaje, pero solamente para arreglar la caravana y viajar por África. Impresionante. 
A la tarde fuimos a ver un cenote que había cerca de Tulum: el Gran Cenote. Aquí fuimos con más gente; dos estadounidenses (Jason y otro), una belga (Roos), dos francesas amigas del otro estadounidense, y un italiano que estaba bebiendo un cubata de tequila, a las doce del mediodía... Fue un caos conseguir reunirnos todos. Cuando llegaba uno otro tenía que ir a hacer no-sé-qué, o sino se le ocurría invitar a no-sé-quién. Al final decidimos ir los cuatro que estábamos en un taxi, y los otros cuatro que se buscasen la vida. Cuando decidimos esto ya estábamos los ocho. Que cosas.
A primera vista el cenote no era tan impresionante como el de Mérida, pero cuando te metías veías que era más complejo. Este cenote se conectaba con otros por grutas subterráneas por lo que vimos pasar a varios submarinistas. Además había una cueva en la que te podías meter nadando. Al principio parecía oscura y que no se vería, pero en cuanto te adaptabas se veía perfectamente. Además había tortuguitas...
Cuando regresamos del cenote cada uno se fue por un lado; Roos se iba a Coba a ver más ruinas, Christopher agarraba el autobús a Flores (Guatemala) a la noche, los estadounidenses se quedaban un día más y yo tomé un autobús a Cancún, para ir a Isla Mujeres.

Isla Mujeres
No sé muy bien por qué decidí ir a Isla Mujeres. La cosa es que Tulum me había decepcionado un poco, porque yo esperaba algo como Mazunte. Me habían dicho que Cancún no merecía la pena, y que Playa del Carmen, sin llegar a tanto nivel de falta de urbanismo, era también muy turístico. Así que me quedaban tres islas: Cozumal, Isla Mujeres y Hobox. Cozumal es famosa entre los buceadores, sobre todo desde que Jacques Cousteau hiciese un documental en esa isla. Hobox es la menos turística, y tal vez la que más se parecería a lo que vi en la costa Oaxaqueña, pro ya no es Caribe, sino el Golfo de México y ya no hay aguas cristalinas. Así que opté por Isla Mujeres como un compromiso entre ambas. Además siempre tendría tiempo de ir a Isla Hobox si no estaba agusto en Isla Mujeres. Claro que nunca fui.
Cuando llegué a la estación de autobuses de Cancún me dirigí directamente a la parada de colectivos a Puerto Juarez. Me habían dicho que no perdiese ni un minuto en Cancún y no tenía intención de comprobar si era verdad; me limité a creérmelo. En el colectivo conocí a una alemana que estaba visitando a una amiga que vivía en México y más o menos me confirmó que no había mucho para ver; ella hacia muchas excursiones a otros sitios, como Isla Mujeres o Chichén Itza. También me dijo que en la laguna de Cancún había cocodrilos, que no era posible bañarse. 
Isla Mujeres es una isla de unos ocho kilómetros de largo y entre trescientos metros y dos kilómetros de ancho. El pueblo está en la punta norte, y tiene tres calles de como mucho un kilómetro de largo. ¡¡Cuando llegué estaba lloviendo!! ¿Para eso me voy yo al caribe? La verdad es que los dos primeros días en Isla Mujeres el tiempo no fue muy bueno. Pero por lo menos no llovió más. Para compensar decidí darme el capricho de dormir en habitación privada. La única que tenían libre en el albergue era una con baño privado, aire acondicionado y televisión por cable. Vamos, la suite del albergue. Pero solo estaba libre por una noche, así que al día siguiente me tenía que cambiar. Como no hacía calor como para usar el aire y la tele no la veía, así que no me importó cambiarme; así me ahorraba unos pesillos. Esta habitación estaba libre solo para un par de días, así que me pasé la mitad de las mañanas preguntando en recepción si había alguna habitación libre. Al final tuve suerte y no me tuve que mudar más.
El albergue tenía playa, pero daba a mar abierto y no se podía bañar. Afortunadamente un poco más lejos había otra playa  donde si se podía bañar. Era justo donde se juntaban la playa del albergue y la playa norte. Ahí había una islita con un hotel, un puente de madera que unía el hotel con la isla y una playa de arena blanca y aguas muy cristalinas. El agua no era muy profunda, pero como las corrientes eran muy fuertes. Estaba bien para nadar sin moverse del sitio. Como el sitio me gustó repetí todas las mañanas y un par de tardes.
El resto del día lo dedicaba a diferentes actividades. Un día me fui a pasear por la isla. Resulta que por la mitad de la isla hay otro pueblo. En este es donde viven los mexicanos y apenas se veían turistas. Eso sí,por la carretera había un montón de turistas que habían alquilado su carrito de golf para recorrer. Un poco más lejos había unos cuantos hoteles, todos con playas de arena blanca y aguas cristalinas, y también una barra y juegos para amenizar a los turistas borrachos. Había un centro para tortugas y un parque con delfines pero preferí no entrar y me fui directo a las ruinas mayas del extremo sur de la isla.
En la entrada a las ruinas había tiendas en un lado y un restaurante en el otro. Yo fui por las tiendas.Aquí fue donde un tipo me dijo que me hacía buen precio si hablaba español. Yo pasé y llegué al fina de las tiendas para comprobar que un muro de medio metro me impedía el paso. Como no me aptecía dar toda la vuelta lo salté. Cuando salí pude comprobar que me acababa de colar en las ruinas. Menos mal, porque son cuatro piedras y te cobran lo mismo que en Chichén Itzá.
El resto de días lo pasaba en el albergue,en la palapa o en una hamaca. Todas las tardes había taller de malabares (sí, por fin tengo foto malabareando), y había red de volley, mesa de pin-pon y juegos de mesa varios. Por la noche abrían el bar de la playa y a veces hacían una hoguera y algún grupo tocaba un concierto. Vamos, que no me aburría...

La gente en Isla Mujeres
El taller de malabares lo impartía Diego, un argentino voluntario que no pagaba el dormitorio a cambio de dar el taller. el primer día también apareció por ahí Roberto, y ahí estuvimos los tres haciendo un "passing". Con deciros que yo era el que tenía que hacer de vértice... Otro día apareció un estadounidense de Arizona que controlaba un poco más, y otros días me escaqueaba, que tampoco tenía ninguna obligación de ir al taller...

Roberto era un mexicano que trabajaba pinchando en el bar de la playa del albergue. También era el cantante de un grupo que tocaba versiones y algún tema propio en bares y restaurantes, y un par de días en el albergue. El segundo día me contó que le habían echado del piso porque había tenido algún problema con la casera, así que finalmente terminó durmiendo en una habitación que le dejaron en un bar, de forma temporal. Cuando me fui todavía no tenía nada definitivo. Un día fuimos con un amigo de Roberto y un canadiense del albergue a cenar a la azotea del bar y luego estuvimos watcheando una peli (Traffic) en la habitacioncilla esa. Al final no la terminamos porque se hizo tarde y Roberto tenía concierto en el albergue.

El canadiense era un tipo curiosos también. Era un cámara autónomo que se dedicaba a hacer reportajes por el mundo. Además de grabar también hacía el montaje y luego lo vendía a alguna cadena de televisión. Estaba siempre con la cámara encima y de vez en cuando tenía que correr para grabar algo que le había parecido interesante. Lo mejor es que si te veía sacando una foto te decía que era mejor que te pusieses en otra posición para que la luz hiciese no sé qué y que lo ideal sería que aquel se quitase la camiseta amarilla por cosas del color de la escena...

Un día que estaba en la palapa había dos jugando al ajedrez. Uno era Mario, un canadiense francófono de ascendencia italiana y ex-casado con una méxicana. Ahora la ex-mujer se había quedado en Canadá y el tenía intención de montar un albergue en la costa del Pacífico de México, pero de momento se iba a dedicar unos meses a viajar por Centroamérica. Jugando al ajedrez apareció Milo, un francés del que os contaré la historia en otra sección (sí, sí, en la del friki). Al final entre partidas de ajedrez, partidas de pin-pon y cervecitas en el bar de la playa pasamos bastante tiempo juntos.

Un día fuimos a comer con Blanca, una mexicana que se dedicaba a dar masajes en el albergue. Como se conocía los restaurantes nos llevó a uno barato y bueno donde comimos un besugo entre los tres, acompañado de arroz y pasta, también para compartir. Estaba bueno. Durante la comida blanca derivó el tema de conversación hacia un tema espinoso: mezclo religión con política. Afortunadamente, cuando ya estaba explicando que Obama era Satán, Mario dijo que estando en una playa del Caribe  no merecía la pena hablar de esos temas. Por lo demás Blanca era una chica maja que en sus ratos libres daba clases de castellano a los viajeros del albergues. La primera lección que pedían todos era conversaciones típicas de discoteca para ligar. No sé para qué, si no se relacionaban con los lugareños y entre los viajeros lo normal era hablar en inglés...

Un día terminé jugando a voley-playa. Por allí pasaron unos catalanes que querían jugar y les faltaba uno, y como yo andaba por allí... Estos se iban a una boda en Mérida, y aprovecharon para hacer un poco de turismo por Cancún. Como regalo para los novios llevaban un vídeo echo por ellos, pero no les funcionaba, y como yo andaba con el portátil por allí me pidieron comprobar si era por su ordenador o era cosa del vídeo. Yo casi no sé sobre temas de vídeo, pero me da que aquello estaba más corrupto que el caso Malaya. Ellos pensaron que era porque mi ordenador tenía Linux, así que se fueron a buscar un Mac. No sé como terminaría el regalo.

Vamos, que si te pasas cinco días en la misma palapa terminas conociendo a un montón de gente...

El más friki
Milo es un francés que quería ir a visitar a su hermana, que está en Australia. Así que entro en una página de estas de comprar billetes de avión y puso París-Melbourne. Tres meses que tenía pensado estar en Australia, aprovechando para recorrer la islita. Todo contento se sube a su avión, que hacía escala en Nueva York, y cuando llega a su destino se le hae raro lo rápido que se le ha pasado el segundo viaje, nueva York-Melbourne. Además en el aeropuerto solo se ven dolares americanos, no australianos. Entonces es cuando se le ocurre preguntar donde está y se da cuenta de que en Florida hay un pueblecito que se llama Melbourne. Tras pasar una semana en Florida vio que aquello era demasiado caro y decidió irse a Centroamerica una temporada. Otro que iba sin planes, perdiendo posiblemente el viaje de vuelta.

Lo bueno
Cuando compré el boleto del ferry yo pedí uno sencillo, pagué el coste de un boleto sencillo, pero me dieron un boleto redondo. Así que el viaje de vuelta me salió gratis.

Lo malo
Muchos albergues y tiendas están tan enfocadas al turista que ni se molestan en poner carteles en castellano y los precios directamente en dolares. En una tienda del aeropuerto de Cancún había unas barajas de cartas que quería comprar. Le pregunté a la dependienta por qué tenían el precio solo en dolares y me contestó que los dueños eran estadounidenses y eso les hacía la contabilidad más fácil y que la mayoría de los clientes eran también estadounidenses. Ahí se quedó con sus cartas en dolares, que yo me fui a la tienda de al lado que estaban en pesos y encima más barato. Lo que no entiendo es cómo los estadounidenses no se dan cuenta de que por ahorrase hacer la conversión de dolares a pesos están pagando las cosas bastante más caras.

Lo que he aprendido
Cando jugábamos al ajedrez había demasiadas diferencias de nivel, así que Milo nos enseño dos alternativas: el "ajedrez refuse" y el "ajedrez tres bombas".

En el ajedrez tres bombas cada jugador escribía tres casillas donde el ponía sus minas. Si el jugador contrario movía una pieza a esa casilla la perdía automáticamente y se resituaba la mina en cualquiera casilla de las que estuviesen libres en ese momento. Salían partidas muy raras, porque si lo normal es tratar de controlar el centro, aquí estaba completamente vacio, algo de lo que se percató una borracha entendida que pululaba por allí. En fin, que luego se puso a cantar en el concierto dando más pena todavía.

En el ajedrez refuse se juega normal, salvo que puedes rechazar la primera propuesta de movimiento del contrario en cada jugada. Si rechazas uno ya tenías que aceptar la siguiente opción. Por ejemplo si pongo la reina al lado del rey contrario, dándole jaque, lo normal es que el rey me coma la reina, pero yo rechazo esa jugada y tiene que mover el rey a otra posición... si puede, claro. Esto generaba juegos muy agresivos, porque no tenías por qué defender tus piezas.


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